
Sin saber cómo, me encontré en la desagradable situación de ser un indocumentado. No es que haya viajado fuera del país para buscar mejores horizontes, o huyendo de una condena carcelaria injusta, sino que simplemente, por la habituales razones que llenan este blog, ahora, perdí mis documentos; mi billetera completa pasó a engrosar las filas de cosas que he perdido. Y aunque parezca menos trágico, o un simple desliz, déjenme decirles que es todo, menos gracioso.
Primero, debes soportar las burlas de todos los conocidos que tuvieron la desgracia de ver el estado calamitoso en que transitabas por entre las mesas del pub, a altas horas de la madrugada, lo que ya es terrible, sumando a esto que además una damisela que atrae tu atención notó por enésima vez el energúmeno en el que te conviertes con más de tres rones (si es que no fue blanco de tus desilusionadas-y despechadas- intenciones)
Segundo, la cantidad de trámites que debes realizar para cerrar, cancelar, renovar y bloquear todo tipo de papeles que suelen existir en una billetera, y que legalmente, y lamentablemente, constituyen, lo aceptes o no, tu identidad.
Tercero, lo engorroso de rearmar sucesos que se encuentran fragmentados en esos lugares del cerebro que sólo se activan con estímulos directos (es decir con cirugía invasiva y sólo viable si de algo te vas a morir), a fin de acercarte a los injuriados para pedir las disculpas necesarias en cada caso-de ser pertinente- o bien para tomarte todo con calma y pasarlo como un mal recuerdo del cual no vale la pena hacer más memoria.
Finalizando, chicos, háganme caso, no tomen más...tomen la misma cantidad.
1 comentario:
Wena amigo.... es lamentable la situación, pero es evidente que no eres ni serás el único, habemos muchos más que tomamos la misma cantidad...nada más....jajaja...
ojalá no se vuelva a repetir, o más bien, que no sea tan deplorable...jajaja
Publicar un comentario