viernes, 1 de agosto de 2008

Crónicas Quelloninas (go on 'n on)


Todos se visten iguales, mira hacia afuera, por tu ventana, o en la ventanilla de la micro, en serio sus ropas en serie marean, el espectáculo que se repite y se repite durante el viaje de vuelta a casa entre las sombras del alumbrado público, en el reflejo de los hoyos en las calles, en el ir y venir de los zapatos en cuotas de Dimarsa,Din,Ripley, y así se van sumando colores y formas, uniformes, aunque digas lo contrario, su indumentaria los hace posters, avisos comerciales de multitienda, la diarrea de la tarjeta al pasar por la caja, pagando mil, cien, diez veces el precio real de la prenda por pagar el precio de comprar en el mall...Todos se visten igual y parece una avalancha de colores planos sin ninguna gracia, ensucian el paisaje costero cuando pasan de la mano lado a lado con sus pololitas, con el abriguito blanco, gris, negro, la parkita columbia, veinte cuotas, en la liquidación nocturna, peleándose a codazos con la mejor amiga, con el compañero de trabajo, y el encargado del local se soba las manos, las garras que no le pertenecen, con la corbata apretada y los pantalones que le impuso el jefe, con la asfixia de la excitación de las compras, con la sonrisita complaciente cuando la víctima de la moda quiere hacerse encajar en los jeans hechos para cuerpos europeos y las charchas se le arrancan por los cuatro costados, con la mirada de reojo al obrero que entra con toda la familia, el sabueso de guardia-nacido en el mismo barrio que tú o yo- controlando el posible robo; todos se visten igual y se atreven a hablar de la pobreza y son socios del hogar de Cristo- sí, anóteme con 500 pesos mensuales, no, mejor luca- pero en la calle rehúyen siquiera el roce del esquizofrénico local del borrachito de la esquina, de la mano estirada- no tendrá un puchito papito, amiguito, tío- y abordan veloces sus 4x4, hacia sus casas de población Minvu, sintiéndose satisfechos de ser parte de esa nada informe que ahora se llama "la gente"... la gente que transita por esas calles que puedes ver cuando la micro pasa fuera del supermercado vestidos todos iguales, maniquíes miedosos sin voz, ni sentidos, televisivos, y perdidos...