viernes, 25 de julio de 2008

Crónicas Quelloninas - Parte III


Mientras enciendo el decimosegundo cigarrillo, y vacío el tercer vaso de ron - Barceló añejo, con coca, sí, dos hielos, gracias - y picoteo desganadamente los maníes del pocillito de greda, observo el ridículo espectáculo que poco a poco se desarrolla en el pub del español. Parejas que todos sabemos que están haciendo tiempo para irse a follar en algún peladero rural, incómodos y escondidos, conversan con parsimoniosa monotonía mirando alternativamente sobre sus hombros para ver quien entra o sale del sucucho, tomando sus interminables pisco sours o sus coctéles con nombres "divertidos", creyendo que están en Puerto, o Santiago o peor aún, en algún país tropical o en Europa, mientras afuera el frío y la lluvia desarman el barreal en que se convierten las calles de Quellón en el invierno. Parejas peleándose a viva voz y otras sin hablarse, como suplicando que el momento de irse llegue pronto para "no seguir soportando a este mino ahuevonaó que la K... me presentó, si no estoy tan necesitada..", suplicando el momento de irse "para no tener que intentar de nuevo sonreírle a esta pesada, que se nota a la legua que sólo quiere tirar..", y el vaso que tienen conduce a otro, y la charla se pierde entre el ruido de las copas y las risotadas y la música alternativa - Manu Chao, claro, tío -; los jetones del Banco, de los Bancos, con su facha de nuevos ricos, joteando a la compañerita nueva de trabajo, que sí, es cierto, está bastante rica...

Los que disimulaban su calentura en la mesa del lado de la barra desaparecieron, ya sus cuerpos deben estar enredados en el asiento trasero del Chevrolet Spark azul - así, no que está incómodo, espera, no, no así no que duele, espera bajo el asiento, hace frío - juego de amor mentiroso, escondido cuando en la distancia se asoma una luz, un fogonazo un haz que rompe el precario coito, lo interrumpe, lo aniquila...

Los del Banco, la minita nueva traga sin cesar sus vasos y se ríe de la risa de los demás, de su esfuerzo denodado por ver, a punta de tallas y chistes que de tanto escucharlos provocan naúseas, quien de ellos se la lleva a la cama. La música alternativa sigue sonando y el televisor plasma destella con imágenes de lugares mejores, mujeres mejores; los felices de siempre se toman las manos allá detrás en la mesa, en la barra el infeliz de siempre le llora sus penas al barman, embrutecido por el alcohol es sincero descarnadamente sincero, su cabeza resuena con fuerza cuando cae del asiento, hacia atrás como en cámara lenta...

El ruido sordo del hielo en el vaso, de la música en mi cabeza, mientras enciendo el decimotercer cigarrillo, empiezo a beber mi cuarto ron - barceló añejo, con coca, sí, dos hielos, gracias...

jueves, 10 de julio de 2008

Crónicas Quelloninas - Parte II


Nada debe ser más trillado ni común que salir con los colegas del trabajo,pues sabes de antemano que los teléfonos de hombres y mujeres comenzarán a sonar a eso de las 22:30, tus colegas descaradamente dirán que "voy saliendo, mi amor", y luego todos juntos molestarán a cada uno de los que recibieron ese llamado.

Sólo en Quellón, (Chiloensis Tijuanaes, según la enciclopedia recopilada por Sir Archibald Templeton en 1948), las cosas pueden tergiverzarse demencialmente si cometes la locura de salir a celebrar una pagada de piso o una comida del trabajo...

Como en ningún otro lugar, salir a mitad de semana puede desembocar en una borrachera de tomo y lomo, las happy hours resultar eternas o un "traguito más antes de irnos" ser una invitación para terminar tirando las manos en un night club tratando de engrupirse a una colombiana de trasero descomunal.

Para hacer esto, de algún modo, menos confesional, diré que esto le ocurre a otras personas y me las daré de cronista noctámbulo y bonachón, cigarro en mano, vaso en ristre, en la barra de algún local quellonino, mientras busco historias para mi blog, en vez de decirles que en realidad mis noches de carrete están generalmente pasadas a ron trasnochado y con labial de alguna mujer aburrida que quita sus penas de más con mi charla insulsa y mi descarado intento de llevarla a la cama, ahora ya, antes de que recuerde entre los vapores de su mareado cerebro que tiene marido, hijos y toda esa triste carga social que tardíamente notó haber contraído sin querer.

Y claro que resulta, si no es que sea un Brad Pitt, al contrario, diría que actúo de mala fe, a sabiendas que mi objetivo no está en sus cabales-excusa a todas luces innecesaria, yo estoy igual de necesitado-y que fácilmente se dejará, sí se dejará, llevar por lo único que su edad le permite tomar a esas alturas de la embriaguez, a esas alturas del adelantado arrepentimiento que ya anidó en su cabeza, antes de siquiera hacer el más mímino ademán, dar el más impercetible signo de aprobación a mis intenciones.

Mientras que en su cartera a la moda, puesta con cuidado sobre el top abrigo Falabella o Ripley - igual al que se compró la mitad más uno de sus amigas en Puerto-el celular suena, resuena con el inconfundible ringtone de moda, mientras el vaso se multiplica milagrosamente para quitar el mal sabor del engaño por venir. Mientras en la mesa los demás colegas nos burlamos de ella cada vez que dice "ya voy yendo pa' la casa, amor"...cuando en el fondo quisiéramos recibir esos llamados y saber y sentir que alguien está pendiente de tus actos y que de algún modo le importas a alguien a las 22:30, a las 23:30, a las 24:00 de esta vida, que, sabemos, a cada vaso se seca más...

En la barra alguien observa, voltea y baja la cabeza, retoma su vaso en el último trago, lo vacía, alarga la mano y su bartender amigo se lo llena nuevamente...

lunes, 7 de julio de 2008

Cronicas Quelloninas-Parte I


Actualizando ahora que hay tiempo, y que las ganas de escribir llegaron, quizás empujadas por el frío o por una sana melancolía propia de la edad, o ambas cosas mezcladas bajo las intensas lluvias de Chiloé.
Como siempre, Quellón ofrece panoramas altamente carreteros, y como les contaba anteriormente, el día de la semana es irrelevante (...venga!!!). Hace unos meses atrás y volviendo al pueblo después de un tiempo fuera, trás mi separación, junto a mis dos entrañables compañeras de arriendo, mi hermana Carlita y su inseparable amiga Eli, se nos ocurrió celebrar el cumpleaños de esta última, pues como todos sabemos las excusas sobran a la hora de festejar.
En eso estábamos cuando nos enteramos de que a varios cercanos, y otros no tanto, habían tenido la misma loca idea...Que nos dijeron, nos pusimos manos a la obra, y comenzamos a juntar gente pa'l jolgorio. Está demás decir que la cosa salió a pedir de boca, harta gente, harto copete, dos bolsas chicas de maní, y una de papas fritas, buena música y otra no tanto, en fin, el clásico carrete casero chileno, tipo clase media...Por lo mismo, a eso de las dos de la madrugada ya se estaba yendo todo el trago, y tuvimos que hacer la consabida "cucha", o "vaca" o como quiera que se le llame, mandar a los dos más borrachos, pues siempre se ofrecen a "ir a comprar poh' huevón, no ven que la huevá está buena..." En fin, resumiendo, a eso de la tres volvieron los dos comisionados con una compra que te la encargo, lo peor, lo más barato, lo más malo...Y que se le va a hacer, había que sacrificarse, no vaya a ser que la cosa muriera ... A todo esto la festejada hacía rato que estaba "out of order", sin dar señales de vida.
Cerca de las cinco, tomé elegantemente mi casaca de mezclilla, conocida como la "armadura" y gentilmente me despedí de los invitados que aún quedaban conscientes alrededor de la mesa...El único problema era que ¡¡¡ YO VIVÍA EN ESA CASA !!!... De verdad, así como afuera llueve, me despedí y me fui, sin darme cuenta yo, ni los demás, de que me iba de MI CASA... me retiré, según yo, dignamente y cuando llevaba una media hora caminando, y en una repentina ráfaga de consciencia, tuve una epifanía y me di cuenta de que me dirigía resuelto a la casa de mi ex esposa... Al volver, como que no quiere la cosa comenté, por si alguien escuchaba o se daba cuenta, que la disco estaba cerrada...Por suerte los que estaban, ya a esas alturas echados sobre la mesa y balbuceando incoherencias, ni notaron mi regreso...

domingo, 6 de julio de 2008



Crónicas Quelloninas...

Emulando el título con que Bradbury bautizara su buen libro de ciencia ficción, retomo este espacio que hacía mucho tiempo estaba botado. El título es, creo, ad-hoc a las disparatadas experiencias, casi irreales, que me han tocado vivir en diez años de vida en esta suerte de Tijuana chilote.

Quizás sería bueno introducir estas "Crónicas..." explicando esta teoría que extraña a muchos, pero que para mí refleja a esta comuna chilota más que ninguna otra idea. Como ustedes saben, y si no lo saben son una manga de ignorantes (sorry, pero es así), Tijuana es un pueblo fronterizo entre Texas y México, un limbo donde los gringos van a beber tequila y tener sexo con latinas, para después volver a sus ordenadas y aburridas vidas en las "big cities".

Nuestra comuna en estudio, por decirlo así, cumple de cierto modo estas características, aunque con ciertos matices propios del entorno tercermundista. Primero, no es una ciudad, pero sí es fronteriza, puesto que es la última comuna chilota. Segundo, está al borde de la nada, pues desde aquí al sur sólo puedes llegar por mar, o por avión si te llamas Sebastián Piñera. Tercero, es un pueblo en constante ebullición, me explico, puedes salir el lunes por la noche y los pubs (pubs?) están, sino atestados, con público, situación impensada en Castro o Ancud. Del mismo modo el comercio funciona, es decir, los comerciantes ganan plata. Como apéndice a este tercer ítem, los night clubs trabajan de corrido, y siempre tienen clientela, para todos los servicios que entregan.

Cuarto, y quizás por esto, Quellón está lleno de colombianas, ecuatorianas, argentinas y/o panameñas, que no son doctoras ni dentistas como en otras partes de Chile, no sé si me explico...

Por tanto, Quellón sería Tijuana, por que desde los otros lugares de la Isla y de la región recibimos visitantes, sino gringos, foráneos, que vienen acá a gastar los dineros de sus escuálidos sueldos, para volver luego a sus aburridas vidas llenas de deudas, a sus pequeñas ciudades...