viernes, 15 de agosto de 2008

Crónicas Quelloninas...2ª Temporada



-En serio, si está tan caro el petróleo, huevón, que estoy pensando en terminar con mi mina para no pagarle la entrada a la Disco- le comenta un médico a su amigo dentista en la caja del supermercado. Es que la fiebre de los 4x4 se ha apoderado de las maltrechas calles de Quellón...Hordas de médicos, profesores, dentistas-chilenos y colombianos-, y otros personajes de la variopinta población quellonina encasillada en la "pobre" clase media nacional, estirando sus tarjetas al máximo, desoyendo los consejos de la Banca, apretándose el cinturón hasta la asfixia del bolsillo, han decidido ufanarse de su miserable prosperidad adquiriendo cualquier cacharro japonés, yankie o chino que en su costado luzca el adhesivo "cuatro por cuatro"... Da pena y risa verlos pasar entre los hoyos - trincheras a decir verdad- en que están convertidas las calles del puerto más freak de Chiloé, con el pecho hinchado por la categoría que les otorga conducir sus jeeps.

Resulta patético ver sus grasientas panzas moverse aguachentas en los afelpados asientos, aún cubiertos con el plástico de la automotora castreña u osornina, con la mina, la polola, la otra o la esposa a la rastra, sintiéndose parte de una ciudad que no existe, poseedores de una clase que no tienen; la minita rica pero chula - de esas que mejor no abriesen nunca la boca- embobada con el viejo manilargo del trooper que se la lleva a la salida de la disco o el pub (¿pub?), sedienta de exposición tipo farándula, de pasearse por el centro con su "cosita" de la mano (cuando la cosita es ella en realidad, transada al mejor postor, a la mejor cilindrada)...total no importa si el huevón es feo, por que tiene buen auto...

Y entre la muchedumbre de penas que pululan por la calle Ladrilleros, el flash de las luces cuatro-por-cuatro que recorta sus sombras sobre la vereda mojada, sólo les muerde con la ácida conciencia de adónde nunca van a poder estar sentados...

viernes, 1 de agosto de 2008

Crónicas Quelloninas (go on 'n on)


Todos se visten iguales, mira hacia afuera, por tu ventana, o en la ventanilla de la micro, en serio sus ropas en serie marean, el espectáculo que se repite y se repite durante el viaje de vuelta a casa entre las sombras del alumbrado público, en el reflejo de los hoyos en las calles, en el ir y venir de los zapatos en cuotas de Dimarsa,Din,Ripley, y así se van sumando colores y formas, uniformes, aunque digas lo contrario, su indumentaria los hace posters, avisos comerciales de multitienda, la diarrea de la tarjeta al pasar por la caja, pagando mil, cien, diez veces el precio real de la prenda por pagar el precio de comprar en el mall...Todos se visten igual y parece una avalancha de colores planos sin ninguna gracia, ensucian el paisaje costero cuando pasan de la mano lado a lado con sus pololitas, con el abriguito blanco, gris, negro, la parkita columbia, veinte cuotas, en la liquidación nocturna, peleándose a codazos con la mejor amiga, con el compañero de trabajo, y el encargado del local se soba las manos, las garras que no le pertenecen, con la corbata apretada y los pantalones que le impuso el jefe, con la asfixia de la excitación de las compras, con la sonrisita complaciente cuando la víctima de la moda quiere hacerse encajar en los jeans hechos para cuerpos europeos y las charchas se le arrancan por los cuatro costados, con la mirada de reojo al obrero que entra con toda la familia, el sabueso de guardia-nacido en el mismo barrio que tú o yo- controlando el posible robo; todos se visten igual y se atreven a hablar de la pobreza y son socios del hogar de Cristo- sí, anóteme con 500 pesos mensuales, no, mejor luca- pero en la calle rehúyen siquiera el roce del esquizofrénico local del borrachito de la esquina, de la mano estirada- no tendrá un puchito papito, amiguito, tío- y abordan veloces sus 4x4, hacia sus casas de población Minvu, sintiéndose satisfechos de ser parte de esa nada informe que ahora se llama "la gente"... la gente que transita por esas calles que puedes ver cuando la micro pasa fuera del supermercado vestidos todos iguales, maniquíes miedosos sin voz, ni sentidos, televisivos, y perdidos...